El Fondo Monetario Internacional anunció que redujo el crecimiento previsto para América Latina por debajo del 1.2% para 2018 y de 2.2% en 2019 según su último informe de ‘Perspectivas Económicas Globales’, una rebaja del 0.4% comparada con lo esperado en julio pasado.
Esta reducción se da por la situación de inestabilidad que viven las economías de Brasil, Venezuela, Argentina y México, situaciones que, aunque diferenciadas, tienen como elemento común el escenario de polarización política interna.
En Argentina, el segundo peor escenario del continente, la alta devaluación (70% en el presente año), los diferentes escándalos de corrupción y la fuga de capitales han derivado en que el organismo internacional calcule que tendrá una contracción del 2.6% para 2018, una gran diferencia con el cálculo de julio donde se determinaba un crecimiento del 1.8%.
En el caso de Brasil, por su parte, se supone un crecimiento del 1.4%, un poco más baja que la previsión de julio pasado. El FMI explica esta reducción en el crecimiento en la huelga de camioneros y la prolongada inestabilidad política (a fin de este mes se dará una de las elecciones más polarizadas de la historia del país).
Para México las previsiones de crecimiento son del 2.2%, un aumento bajo que se explica por la incertidumbre que generaron las renegociaciones del Tratado de Libre Comercio del Atlántico Norte (TLCAN), que apenas culminaron a inicios de este mes.
Por último, se estima una contracción del 18% para la economía venezolana, uno de los peores escenarios de todo el mundo.
La entidad espera un crecimiento destacado en las economías de Bolivia, Perú, Chile, Paraguay y las economías centroamericanas.
En general, la revisión de las perspectivas económicas globales de octubre, describe un escenario de desaceleración general para todo el mundo, hecho motivado por la crisis de las economías emergentes (ocasionada por la salida de capitales después de la alza en las tasas de interés de Estados Unidos) y la crisis comercial entre Estados Unidos y China.